13 ago 2013

La piedra de las pesadillas


Me encantan las historias que se inventan las pequeñas. Su lógica, su imaginación, sus explicaciones de los fenómenos más cotidianos y aquel punto de orgullo cuando les explicas algo y te responden con un "sí, eso ya lo sabía".

Estuvimos unos días en la playa, y uno de los muchos entretenimientos que teníamos era buscar las piedras más bonitas. Un día por la tarde, Estel me regaló una. "Es una piedra contra las pesadillas, mama. La tienes que colocar en la mesilla de noche, y si sueñas con brujas o bichos malos, así la tienes al lado para cogerla y tirarla contra la bruja ". Aún con la sonrisa en los labios le di las gracias por la buena idea que había tenido (bueno, obviando el ataque "violento" contra la bruja, pobre). "La tienes que compartir con papá, porque no creo que los dos soñéis con brujas a la vez", me añade.

"Claro, tienes razón", le respondo. "Por cierto, Estel, ¿y para ti y para Ona no has recogido ninguna?".

"Mama, si tengo pesadillas no necesito piedras, te llamo a ti y tú me abrazas", me dice con una sonrisa y poniendo esa cara de "mamá, no te enteras de nada".


Y yo la miro y pienso que tiene toda la razón del mundo.

2 comentarios:

  1. Que ternura Nuria! Debiste derretirte cuando escuchaste a Estel contestar a tu pregunta. En mi caso la unica historia de piedras que puedo contar hasta ahora es la disputa que tuvieron Piruleta y Patatona por una piedra que habian pintado en la guarde y no recordaban que piedra era de quien. Menudo sidral montaron! Un besito!

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  2. ¡Si es que tienen unas cosas que dan ganas de comérselos!

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